«...muchas súplicas dirigió el anciano al soberano Apolo(...): "Óyeme, oh tú, el de argénteo arco, que proteges Crisa y la muy divina Cila, y sobre Ténedos imperas con tu fuerza, ¡oh Esminteo! Si alguna vez he techado tu amable templo o si alguna vez he quemado en tu honor pingües muslos de toros y de cabras, cúmpleme ahora este deseo:que paguen los dánaos mis lágrimas con tus dardos". Así habló en su plegaria, y Febo Apolo le escuchó y descendió de las cumbres del Olimpo, airado en su corazón,(...). Resonaron las flechas sobre los hombros del dios irritado, al ponerse en movimiento, e iba semejante a la noche».(Ilíada, Canto I, línea 35-48).
Creo que es inevitable que en nuestra formación académica-escolar nos hablen sobre la parte racional e irracional del pensamiento humano a través de la historia. Es inevitable aún más que tocando esto el profesor nos diga que hubo cierta parte de la historia de la humanidad en la que el hombre no se podía explicar todo lo que sucedía a su alrededor, referido a la naturaleza en mayor relevancia, y que a partir de eso este hombre primitivo se comenzó a formular ciertas creencias de carácter animista, sin llegar a ser religioso, claro; y que además de esto nacían ciertas explicaciones llamadas "mitos", de carácter irracional, pero ¿es esto cierto? Trato esto debido a una clase magnífica que tuve el día de hoy con el profesor Fernando Muñoz en el curso de Filosofía Antigua I, y no es por ser un "chupa medias", pero su clase fue muy buena. Se explicó el mito, su creación, su naturaleza en el ser humano, pero como algo puramente racional, que será explicado a continuación. Si bien es cierto, la naturaleza nos pone en una situación tal que es casi imposible que nos asombremos por lo que nos rodea, tratamos de explicarnos como es que un rayo al caer en una rama se hace el fuego o lo que es más importante, cuando ese rayo impacta,penetra, sobre un miembro de la tribu y somos espectadores de nuestra propia existencia efímera. Es entonces cuando nos preguntamos también ya no solo por la naturaleza sino también por nosotros mismos, por nuestra naturaleza, ¿de dónde venimos? ¿A donde vamos? ¿Para qué existimos? ¿Qué es lo que me rodea? Se comienzan a dar explicaciones a través de una palabra impulsada por un deseo, de una expresión que trata de explicar lo que sucede. Esta gente se involucra con la naturaleza de modo tal que cree controlarla, que tal vez con un solo movimiento de dedo y algo parecido a un rezo, la naturaleza se moverá a su antojo, esto no es otra cosa que el nacimiento de los llamados brujos y chamanes, representantes de una magia que no trata de causar daño y dar una explicación por darla, sino como una forma de involucrarse con lo que los rodea. Si nos queremos ubicar en un contexto donde se puede apreciar esto de una manera más accesible podríamos considerar al mundo griego, aquel mundo donde la religión es hilvanada de una forma tan compleja que amerita revisarla. En el caso de los griegos es bastante explícito el como ellos actuaron con respecto a la naturaleza. Por una parte se tienen aquellas acciones que se realizaban para satisfacer ciertas necesidades frente al peligro, frente a la muerte; sobre todo por vencer dos elementos que no permiten la vida, el hambre y la estirilidad. Pero no solo basta con realizar ciertos actos, lo que hace griego al griego es aquella parte mítica que es la parte "teórica" de su religión, de este modo podríamos decir que lo que constituye a la religión no es una práctica ritual solamente, sino también la parte teológica llamada "mito". Es interesante que el hombre haya querido establecer, y sobre todo el griego, una sistematización para ordenar su religiosidad. Se comenzó a establecer una creencia en elementos de carácter divino que controlaban todo aquello que en lo que a naturaleza se refiere, en el caso de los griegos desde Zeus como ordenador y padre de los dioses hasta la sistematización de toda la generación de dioses, que ha tenido como base a Homero y a Hesíodo, los cuales fueron citados por Herodoto. Es importante resaltar la labor de estos dos primeros, sobre todo la de Homero como educador del pueblo griego, y a Hesíodo como sistematizador de la generación de los dioses y por ello de algunos de sus mitos. Un ejemplo de ritual puede ser observado por ejemplo en la Odisea, Canto XIV, línea 121-126: «Y el porquero no se olvidó de los inmortales, pues estaba dotado de noble corazón. así que arrojó al fuego, como primicias, unos pelos de la cabeza del cerdo de blancos dientes y oró a todos los dioses para que volviera el prudente Odiseo a casa. Luego levantó el cerdo y lo golpeó con una rama de encina que había dejado al hacer leña. Y el alma abandonó a éste». en el caso de Herodoto podríamos citar el mito sobre el nacimiento de los Titanes y del mismo Cronos como padre de Zeus y también aquel mito sobre el fuego robado por Prometeo, «Pero Zeus lo escondió irritado en su corazón por las burlas de que le hizo objeto el astuto Prometeo; por ello entonces urdió lamentables inquietudes para los hombres y ocultó el fuego. mas he aquí que el buen hijo de Jápeto lo robó al providente Zeus para bien de los hombres ...»(Trabajos y días, línea 48-52). Tal vez también aquella participación del Destino como algo superior a los dioses griegos, la Μοῖρα. No puede haber aquella sistematización sin un hombre que lo haga, que establezca un orden para ello, a través de la palabra, palabra que fue testigo en primer lugar de la rapidez con la que llegamos a este mundo y nos vamos de igual manera, palabra que estuvo presente en aquel asombro por parte del ser humano hacia la naturaleza que lo rodeaba y hacia su misma naturaleza. No puede haber sistematización y orden sin razón, el que el mito tenga carácter acrítico no le quita lo racional, el mito es puramente tradición, sin dejar de lado aquella parte racional que hizo lo que en su momento y hasta hoy sea. el mito es una expresión del ser humano ante necesidades insatisfechas, es una expresión de la razón.
Bibliografía:
HESÍODO. Teogonía.
HESÍODO. Trabajos y días.
HOMERO. Ilíada
HOMERO. Odisea
MUÑOZ, Fernando. El temor a la muerte, verdadero motor de la historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
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